viernes, 9 de marzo de 2012

Tenemos los días contados

A medida que crecemos aprendemos que incluso la persona que se suponía que nunca nos fallaría, probablemente lo hará. Tendrás tu corazón roto, probablemente más de una vez y se vuelve más difícil cada vez. Romperás corazones también, así que recuerda cómo se sentía el tuyo cuando estaba roto. Pelearás con tu mejor amigo. Culparás a un nuevo amor por cosas que te hizo uno viejo. Llorarás porque el tiempo pasa demasiado rápido, y eventualmente perderás a alguien que amas, asique toma muchas fotos, ríe mucho y ama como si nunca te hubieran lastimado porque cada sesenta segundos que gastas molesto, es un minuto de felicidad que nunca podrás recuperar.

domingo, 4 de marzo de 2012

Solíamos hablar de nuestro futuro,

de lo perfecto que sería.


Cuando una historia termina, el dolor normalmente es proporcional a la belleza del amor vivido. Y entonces llegan puntuales la traición, los recuerdos.
Teníamos la mala costrumbre de pensar que nada podía afectarnos, que juntos éramos fuertes. Lo suficiente para lo que venga, ¿recuerdas? Hasta que te das cuenta de que, por mucho que luches, te quedas sin fuerzas. Lo mejor que puedes hacer es abandonar, una retirada a tiempo para evitar más daños. Puede que incluso te cueste más todavía. Piensas: el remedio es peor que la enfermedad, siempre es así. Pero a veces hay que hacerlo. Y tranquilo, no es un signo debilidad.


invierno frío, sus ojos los míos



En realidad había intentado escribirle. Claro que lo había hecho. Era invierno. Lo recuerdo como si fuera ayer. Cientos de hojas, convertidas en bolas de papel bajo la mesa, llenas de intentos desesperados por encontrar las palabras adecuadas. Adecuadas para una situación desesperada. Siempre se me olvida decirle lo realmente importante. O puede que simplemente no sepa cómo decírselo. Ni siquiera lo sabía yo misma. Era frustrante. Y cuando parecía que lo tenía todo claro, aparecían de repente mil dudas más. Lo difícil era eso: esto no es blanco ni negro, ni “uno más uno son dos”. Esto no es tan fácil. Supongo que puedes llegar a saber cuándo alguien se equivoca, darte cuenta de ello. La cosa cambia cuando intentas averiguar quién tiene razón, empeora cuando piensas en qué momento se echó todo a perder y te destruye el simple hecho de que sea realidad. Sin poder hacer nada para evitarlo, sin embargo, sigues pensando los motivos por los que tomó esa decisión. Piensas: “quizá de esa forma llegue a comprenderle”. Pero no es así. Ya no hay nada que hacer, ya está todo perdido.